lunes, 18 de enero de 2016

Fragmento de entrevista a Beatriz Vallejos

(…)

-¿Cuáles son los autores a los que relee?

-¡Y ahora tengo que pensarlo! Recuerdo que mis padres eran buenos lectores, entonces yo me nutría de esas lecturas, del siglo XIX. ¿Qué autores? Los franceses, Emile Zola. Después los rusos, Maiakovsky me entusiasmaba. Yo no estuve de acuerdo con los poetas suicidas, ¿por qué se tenían que aniquilar? A esos de entrada los puse aparte: “esto no es”, decía. Tuve buenos amigos, como José Portogalo, ¿lo oíste nombrar? Bueno, un día, cuando había cantidad de casas que se alquilaban él dice: “yo me vengo a vivir acá, al lado de ustedes”, y se vino a vivir al lado nuestro. Mirá, todo lo que yo aprendí sobre poesía, creo que lo aprendí de la época nuestra, en la cocina nuestra, y él hablaba, él era sociable, había sido canillita, vendía diarios y enseñaba a bailar el tango, José Portogalo. Pero como buen tano era machista... Todo el que era buen poeta ha dejado su marca y ya que hablás de los japoneses, a mí me impresionó la síntesis de la poesía japonesa. No amontonaban palabras ni discursos sino que el poema estaba ahí, inamovible, como una presencia. Yo lo que más admiro en cualquier ser vivo es el respeto.

-Es muy difícil aprender eso.


-Ah, se emplea toda una vida. No es fácil. Yo siempre tuve una cierta distancia de la moda y todo eso, me apabullaba esa gente que decía que sabía mucho... Desconfío de la gente que dice que sabe mucho. Nadie sabe lo suficiente. Cuando llega a la última palabra, al último interrogante, que es la síntesis, se queda calladito en el umbral, como un chico que no sabe qué pedir cuando solicita una limosna. Eso es lo que hay que hacer y hay que hacerlo con el mayor respeto.

-Como ese poema de “El collar de arena” que dice: “la playa exalta mi sombra / en tanto el mar sea mar, no moriré”.

-Claro, porque yo no creo en la muerte, yo creo que somos una vibración infinita. No soy de ninguna secta, no te asustes. Esa es la traducción verdadera, en mí, en otro será de otra forma, de las circunstancias del existir.

-¿Viajó usted, Beatriz?

-No, no viajé nada, fui dos veces al Paraguay, en barco, como era mi ilusión, conocer el alto Paraná, eso sí, qué lindo. Yo creía, ingenua, que el río era así, derechito, no me imaginaba que daba tantas y tantas vueltas. De eso estoy feliz, de haber conocido el alto Paraná. El atardecer en el alto Paraná es lo más hermoso. Después de eso ¿qué escribir? Lo “obvio”, un tema que le suele gustar a mi nieto: “obvio”, dice; bueno, lo obvio ponélo a un costado, y lo otro ya vendrá solito y descalzo. Yo era quien tenía que intervenir aquí, “yo” el duende, “yo” el desconocido. Siempre te vas a encontrar con desconocidos, siempre es cuestión de no temerles, sino de averiguar a tiempo con qué intenciones vienen. Y que no se tergiversen mis palabras, que no se tergiverse el mensaje. Para mí, mi mensaje es la luz, ya con eso está bien, después cada uno le da el vuelo que cree. ¿Sabés lo que yo hago a veces? Caleidoscopios, mi padre me enseñó cuando era chica, viste que es una aparente ilusión. Así es la poesía, también.

-¿Qué les diría a los que comienzan a escribir poesía?


-Que sean humildes, como siempre. Lo más humilde es seguir. No la moda, no la estridencia, sino una decantación, como la gotita de agua, ahí viene lo cristalino... Y lo otro, lo otro no vale la pena recogerlo.



Entrevista completa en: http://apuntesdeosvaldoaguirre.blogspot.com.ar/2007/04/que-late-late-late-late-entrevista.html








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